Episodio 27: Declaraciones juradas de los vecinos de José Smith

Introducción

Algo que es poco conocido entre los miembro de la iglesia en Hispanoamérica es que muchos de los vecinos de José Smith tenían una opinión muy pobre acerca de la familia Smith, y que la mayoría de ellos dieron declaraciones juradas en contra de ellos. Sería fácil pensar que la principal razón por la que los vecinos tenían tanta aversión hacia los Smith era simplemente porque los Smith eran, como la mayoría de las declaraciones afirmaron, estafadores, perezosos, mentirosos, aprovechadores, borrachos, etc. Por supuesto, defensores de la iglesia han tratado de explicar estas declaraciones juradas por décadas. La explicación más común es que Hulburt, el compilador de estas entrevistas básicamente les dijo a sus entrevistados lo que tenían que decir, y por eso tantas de las declaraciones suenan tan parecidas.

José Smith, por supuesto, es también el profeta de la iglesia reorganizada de los santos de los últimos días, y tradicionalmente la iglesia reformada ha sido aún más cuidadosa con la reputación de José Smith que la iglesia que siguió a Brigham Young. Dos miembros de la iglesia reformada, William y E. L. Kelley, fueron a Nueva York y volvieron a entrevistar a las personas que dieron sus declaraciones a Hulburt. Los hermanos Kelley publicaron un artículo con sus entrevistas que directamente contradice lo que Hulburt publicó. Aparentemente los vecinos de los Smith tenían una opinión muy positiva de ellos, aunque la mayoría de las entrevistas contienen diálogos que siguen esta fórmula:

“¿Conoció usted a los Smith? Cuál era su opinión de la familia”

“Eran buena gente, pero yo no los conocí bien. Para eso tiene que ir a hablar con tal y tal.”
El artículo parece una especie de búsqueda del tesoro, pero en general ofrece una perspectiva de los Smith como una familia honesta y trabajadora.

El problema es que, como Roger I. Anderson explica en su libro “La reputación de José Smith en Nueva York reexaminada”, las notas que los Kelley tomaron, las cuales han sido preservadas por la iglesia reformada, difieren considerablemente de lo que finalmente fue escrito en su artículo. Pero ese no es el único problema. Aparentemente, muchos de los entrevistados eventualmente se quejaron de que los Kelley malinterpretaron o incluso tergiversaron sus declaraciones, poniendo palabras en su boca y agregaron cosas que ellos no dijeron. Un ejemplo de la diferencia entre lo que un entrevistado dijo y lo que fue escrito en el artículo de los Kelley se encuentra en el sitio web del libro “Reputación examinada”. Hemos puesto el link en nuestra página, pero no la hemos traducido. http://signaturebookslibrary.org/?p=367

¿Pero cuál es el origen de estas declaraciones juradas y quién las compiló?

El doctor Philastus Hulburt fue un miembro de la iglesia quien fue excomulgado en 1833, aparentemente porque dejó de creer en la iglesia, aunque en el Times and Seasons, una publicación de la iglesia que aparentemente tenía la costumbre de publicar los nombres de las personas excomulgadas, se dijo que el señor Hulburt fue excomulgado por usar lenguaje vulgar en frente de señoritas jóvenes. Convencido de que la iglesia era un fraude, Hulburt decidió investigar el carácter de José Smith por medio de entrevistas con vecinos de Nueva York que lo conocieron y a su familia. Estas entrevistas fueron escritas en forma de declaraciones juradas en frente de un juez y publicadas en el libro “Mormonism Unvailed” (Mormonismo Desvelado).

Hulburt compiló más de 80 testimonios en cuanto a la personalidad de los Smith, y la mayoría de ellos coinciden en que José Smith era un mentiroso, un fraude declarado, una persona perezosa que prefería buscar tesoros en vez de trabajar, un supersticioso a quien le gustaba contar historias sobrenaturales, y muchos reconocieron que a los Smith les gustaba tomar alcohol y que varias veces vieron a José padre e hijo borrachos.

Las dos declaraciones que decidí leer hoy son particularmente importantes para mí, ya sea que son verdaderas en su totalidad o no. La primera es el testimonio de Willard Chase, vecino de José quien trabajó con él y su padre, y quien encontró la piedra de vidente que José utilizó para encontrar tesoros y para traducir el libro de Mormón. El hecho de que José usó una piedra para traducir el libro de Mormón y no el Urim y Tumim es algo que ni siquiera los defensores de la iglesia han negado, por lo que se considera un hecho establecido, a pesar de ser poco conocido. La entrevista de Chase es también más larga y detallada que el resto de las declaraciones de Hulburt, aunque los elementos incluidos en ella han sido mencionados por muchos de los otros entrevistados.

La segunda entrevista que decidí incluir en con el padre de Emma Smith, quien no sólo era un hombre muy respetado en su vecindad, sino que también conoció a José personalmente, obviamente, y habló muchas veces con él y con sus asociados.

Finalmente, quiero volver a agregar que la intención de incluir estas entrevistas en este episodio no es para probar que José Smith era un fraude ni para demostrar que no lo era, sino para mostrar algo que es de gran importancia en la historia de la iglesia. De hecho, el mismo José Smith  le dio suficiente importancia a estas entrevistas como para mencionarlas en un discurso, y el hecho de que finalmente decidió escribir su autobiografía, la cual sigue siendo publicada en la Perla de Gran Precio, es como consecuencia directa de ellas.
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Willard Chase

Manchester, Ontario Co. N. Y. 1833.

Conocí a la familia Smith, conocidos como los autores de la Biblia Mormona, en el año 1820. En esa época se dedicaban a la actividad de excavación de dinero, lo cual hicieron hasta el fin del año 1827. En el año 1822, yo estaba comprometido en la excavación de un pozo. Contraté a Alvin y a José Smith para que me ayudaran. José es ahora conocido como el profeta Mormón. Después de cavar unos seis metros por debajo de la superficie de la tierra, descubrimos una piedra de apariencia singular, la cual excitó mi curiosidad. Me ayudaron a salir del pozo, y mientras estábamos examinando la piedra, José la puso en su sombrero, y luego puso su cara en la parte superior del sombrero. Smith dijo que él sacó la piedra del pozo, pero eso es falso. No había nadie más en el pozo aparte de mí. A la mañana siguiente vino a verme y quiso obtener la piedra, diciendo que podía ver en ella, pero le dije que no quería separarme de ella a causa de su ser una curiosidad, pero que se la podía prestar. Después de obtener la piedra, José comenzó a contar acerca de las maravillas que podía descubrir al ver en ella, lo cual causó tanto alboroto entre la parte más crédula de la comunidad que pedí que me devolviera la piedra. La tomó prestada cerca de dos años. -Creo que, en algún momento en 1825, Hiram Smith (hermano de José Smith) vino a pedirme que le prestara la piedra, alegando que querían llevar a cabo algunos asuntos de importancia, que no podían llevarse a cabo sin la ayuda de la piedra. Yo le dije que no era de ningún valor en particular para mí, pero que quería mantenerla como una curiosidad, y que si me iba a dar su palabra de honor que me la iba a devolver cuando se la pidiera, se la podría llevar. Hirum me lo prometió y se llevó la piedra. En ese momento pensé que podía confiar en su palabra, siendo que la religión era su profesión, pero en esto me ha decepcionado ya que no mantuvo su promesa.

En el otoño de 1826, un amigo vino a visitarme y quiso ver la piedra de la que tanto se había hablado, y le dije que si quería ir conmigo a lo de los Smith (quienes vivían a una distancia de cerca de media milla), podría verla. Pero para mi sorpresa, cuando le pedí a Smith que me devolviera la piedra él me dijo que no la podría tener. Yo le dije que me pertenecía, y le repetí la promesa que me hizo al momento de obtener la piedra: pero en ese momento me enfrentó con una mirada maligna y dijo: "No me importa a quién demonios le pertenece, no la vas a tener".

En el mes de junio de 1827, José Smith padre me contó la siguiente historia: "Que hacía unos años, un espíritu se le apareció a José, su hijo, en una visión, y le informó de que en cierto lugar había un registro sobre planchas de oro, y que él era la persona que debía obtenerlas, y esto debía hacerse de la siguiente manera: El 22 de septiembre, se debía presentar en el lugar donde estaba depositado el manuscrito, vestido con ropa de color negro , y montando un caballo negro con un látigo, y que debía exigir el libro usando un nombre específico, y que después de conseguirlo, tenía que ir en la dirección opuesta, y no ponerlo en el suelo ni mirar hacia atrás. Por consiguiente, equiparon a José con un traje negro y pidieron prestado un caballo negro. Se presentó en el lugar indicado y exigió el libro, el cual se encontraba en una caja de piedra, sin sellar, y tan cerca de la superficie de la base de que él podía ver uno de sus extremos, y levantándolo, sacó el libro de oro; pero temiendo que alguien pudiera descubrir de dónde lo sacó, lo dejó en el suelo mientras tapaba el agujero, y al darse vuelta, para su sorpresa no había ningún libro a la vista. Volvió a abrir la caja, y en ella vio el libro, y trató de sacarlo, pero no pudo. Vio en la caja algo así como un sapo, que pronto asumió la apariencia de un hombre, y le golpeó en el costado de su cabeza.-Sin desanimarse por pequeñeces, de nuevo se agachó y se esforzó por tomar el libro, cuando el espíritu lo golpeó otra vez, y lo tiró a unos veinte metros, y lo lastimó tremendamente. Después de recuperarse del susto, le preguntó por qué no podía obtener las planchas, a lo que el espíritu le respondió, porque no había obedecido sus órdenes. José le preguntó cuándo podría obtenerlo, y se le contestó: en un año desde el día de hoy, y trae contigo a tu hermano mayor, y las tendrás. Este espíritu, dijo, era el espíritu del profeta que escribió ese libro, quien fue enviado a José Smith para darle a conocer estas cosas. Antes del fin del año, su hermano mayor murió, ¡lo que el viejo dijo que era un accidente con suerte!

José fue a un año de ese día, para exigir el libro, y el espíritu le preguntó por su hermano, y él le dijo que estaba muerto. El espíritu entonces le ordenó que viniera otra vez, en un año, y que trajera con él un varón. Al preguntar quién podría ser el hombre, que le respondió que él lo sabría cuando lo viera.
José creyó que un tal Samuel T. Lawrence era el hombre aludido por el espíritu, y fue con él a una colina singular en Manchester de apariencia, y le mostró dónde estaba el tesoro. Lawrence le preguntó si alguna vez había descubierto algo más con las planchas de oro, dijo que no: luego le pidió que mirara en su piedra, para ver si había algo más. Él miró, y dijo que no había nada. Le pidió que mirara de nuevo y viera si no había un gran par de lentes con las planchas, José miró y vio un par de gafas, las mismas con las que dijo que tradujo el Libro de Mormón. Lawrence le dijo que no sería prudente dejar que alguien viera las planchas por unos dos años, ya que sería un gran disturbio en el barrio. No mucho después de esto, José cambió de opinión y le dijo a Lawrence que no era el hombre adecuado, y que no le había dicho el lugar correcto. Por esta época fue a Harmony, Pennsylvania, y se formó una amistad con una joven de nombre Emma Hale, con quien quiso casarse. -En el otoño de 1826, quería ir a Pennsylvania para casarse, pero al estar desprovisto de medios, puso su ingenio a trabajar, a pensar cómo podía obtener dinero y recomendaciones, para procurar la muchacha elegida. Fue a ver a Lawrence con la siguiente historia, según me contó el propio Lawrence. Que él había descubierto en Pennsylvania, en la orilla del río Susquehannah, una rica mina de plata, y si iba con él, que podría tener una parte de los beneficios, que estaba cerca del nivel del agua, y que podían cargarlo en barcos y llevarlo por el río al Mercado en a Filadelfia. Lawrence le preguntó a José si no lo estaba engañando; no, dijo, porque yo he estado allí y lo he visto con mis propios ojos, y si lo no encuentras cuando llegamos allí, seré tu siervo por tres años. Con estas promesas tan serias y Justas, Lawrence fue inducido a creer en ellas, y accedió a ir con él. Lawrence pronto descubrió que José estaba sin dinero y tuvo que pagar sus gastos en el camino. Cuando llegaron a Pennsylvania, Joseph quiso que Lawrence lo recomendara a la señorita Hale, lo cual hizo, a pesar de que se le pidió que lo hiciera, pero no pudo deshacerse de él cuando estaba en su compañía. Lawrence entonces quiso ver la mina de plata, y él y José fueron al río y realizaron la búsqueda, pero no encontraron nada. Por lo tanto, Lawrence sufrió por sus labores, y fue a casa más liviano que cuando vino, mientras que José tuvo sus gastos pagados, y consiguió que le dieran una recomendación a su chica.

El siguiente paso de José era casarse, los padres de la niña estaban opuestos a la unión: una vez, cuando se fueron de la casa, él aprovechó la oportunidad, y se fue con ella y se casó.

Ahora, siendo que no tenía dinero, puso su ingenio a trabajar para pensar en la forma en que podría regresar a Manchester, su lugar de residencia, cuando se le ocurrió el siguiente plan, el cual tuvo mucho éxito. Fue a ver a un viejo holandés, un hombre honesto, de nombre Stowel, y le dijo que había descubierto en la orilla del Río Negro, en la localidad de Watertown, Condado de Jefferson, Nueva York, una cueva en la que había encontrado una barra de oro gruesa como su pierna y un metro de largo. -Que no podía sacarla solo, a causa de su ser rápida en una punta, y que si lo podía llevar a Manchester, NY, irían juntos y tomarían un cincel y un martillo, y la conseguirían, y Stowel podría compartir el tesoro con él. Stowel aceptó.

Poco tiempo después de su llegada a Manchester, Stowel le recordó a José su promesa, pero él respondió con calma que no iba a ir porque su esposa estaba ahora entre extraños, y estaría muy sola si él se fuera. Entonces el señor Stowel se vio obligado a regresar sin oro y con menos dinero con el que vino.

Al principio de septiembre (creo) de 1827, el Profeta me pidió que le hiciera un cofre y me informó que planeaba regresar a Pennsylvania, y como esperaba que iba a conseguir su libro de oro pronto, que quería un cofre para guardarlo bajo llave, dándome a entender, al mismo tiempo, que si quería hacer el cofre que me daría un porcentaje de las ganancias del libro. Le dije que mi negocio era tal que no podía hacerlo: pero que si me traía el libro, yo se lo guardaría bajo llave. Dijo que no lo podía hacer, siendo que se le fue mandado que lo mantuviera por dos años sin dejar que nadie lo viera, aparte de sí mismo. Sin embargo él no mantuvo este mandamiento, ya que en menos de dos años doce hombres dijeron que lo habían visto. Le dije que las trajera y convenciera de que eran reales y que le haría un cofre, pero él dijo que no lo haría, ya que debía tener un cofre para encerrar el libro en cuanto lo sacara de la tierra. Lo vi un par de días después, cuando me dijo que tenía que hacer el cofre. Le dije claramente que no podía, después de lo cual me dijo que no iba a tener ninguna participación en las ganancias del libro.

Unas semanas después de esta conversación, vino a mi casa, y me contó la siguiente historia: Que el día 22 de septiembre, se levantó muy temprano y tomó, sin permiso o licencia, un vagón y un caballo de alguien que se había quedado toda la noche en su casa, y, junto con su esposa fue a la colina donde estaba el libro. Dejó a su esposa en el carro, en el camino, y fue solo a la montaña, a una distancia de unos doscientos metros de la carretera. Dijo que tomó el libro de la tierra y lo escondió en las ramas de un árbol, y regresó a su casa. Luego fue a la ciudad de Macedon para trabajar. Después de unos diez días, habiéndosele sugerido que alguien había tomado su libro, su esposa fue tras él, contrató un caballo, y fue a su casa por la tarde, donde tomó una taza de té, después de lo cual fue a buscar su libro. Luego de encontrarlo a salvo, se quitó la chaqueta y envolviendo el libro en ella, lo puso bajo el brazo y corrió todo el camino a su casa, a una distancia de unos tres kilómetros. Él dijo que pensó que debía pesar unos treinta kilos, pero que estaba seguro que pesaba al menos 20. En el regreso a casa dijo que fue atacado por dos hombres en el bosque, y que los tiró a ambos al suelo y que escapó, y que llegó a salvo y aseguró su tesoro. -Luego observó que si no hubiera sido por esa piedra (la cual él reconoció que me pertenecía a mí), que no habría podido obtener el libro. Pocos días después, le dijo a uno de mis vecinos que no había conseguido tal libro y que nunca había existido, pero que había inventado la historia para engañar al maldito tonto (refiriéndose a mí), para conseguir que le hiciera un cofre. Sus vecinos estaban tan disgustados con sus historias tan tontas que decidió regresar a Pennsylvania para evitar lo que él llamó su persecución. Fue entonces que se puso a planear cómo podía conseguir dinero para cubrir sus gastos. Un día conoció en las calles de Palmira a un hombre rico llamado Martin Harris, y le dijo: "Tengo un mandamiento de Dios que debía pedirle al primer hombre que encontrara en la calle que me diera cincuenta dólares para que me ayudara a hacer la obra del Señor mediante la traducción de la Biblia de oro. "Martin, siendo naturalmente un hombre crédulo, le dio el dinero. En la primavera de 1829, Harris fue a Pennsylvania, y en su regreso a Palmyra informó que la esposa del Profeta tendría un hijo en el mes de junio siguiente quien sería capaz, a los dos años de edad, de traducir la Biblia de oro. A continuación, dijo él, verás a Joseph Smith caminando por las calles de Palmira con una Biblia de oro bajo el brazo, y vestido con una coraza de oro y una espada de oro que colgada de su cintura. Esto, sin embargo, eventualmente demostró ser falso.

En abril de 1830, de nuevo le pedí a Hiram que me devolviera la piedra que le había prestado; me dijo que no me la iba a dar porque José la utilizó en la traducción de la Biblia. Le recordé de su promesa, y que había dado su palabra de honor que me la iba a devolver, pero me mintió, diciendo que la piedra no era mía ni nunca lo había sido. Harris, al mismo tiempo, se enfureció, me tomó por el cuello y me dije que era un mentiroso, y que podía probarlo con doce testigos. Después de librarme de él, Hiram, en su rabia, me sacudió el puño, y me maltrató de la manera más escandalosa. Así que podría pasar a describir el carácter de estos sumos sacerdotes contando historia tras historia, cuales historias tienden a ponerlos en la misma luz en la que fueron considerados por sus vecinos, a saber: como una plaga para la sociedad. He considerado a Joseph Smith Jr. desde que primero lo conocí hasta que se fue de esta parte del país, como un hombre cuya palabra no puede ser confiada. -El personaje de Hiram era sólo un poco mejor. Lo que he dicho respecto a los personajes de estos hombres se aplica a toda la familia. Lo que he dicho con respecto al carácter de estas personas, hasta el momento, es completamente cierto. Después de que se hicieron mormones, su conducta se hizo más vergonzosa que antes. Ellos no dudan en maltratar a cualquier hombre, sin importar qué tan noble sea su carácter, si no concuerdan con sus creencias. Sus lenguas se emplean continuamente en la difusión de escándalos y abusos. A pesar de que dejaron esta parte del país sin pagar sus deudas justas, sus acreedores estaban contentos de que se fueran, en lugar de que se quedaran y molestaran al vecindario.

Firmado,
WILLARD CHASE.
En el 11 de diciembre 1833, dicho Willard Chase, apareció delante de mí, e hizo juramento de que la declaración anterior a la que se ha suscrito a su nombre, es cierta, de acuerdo con su mejor memoria y creencia.
FRED'K. SMITH,
Juez de paz del condado de Wayne.
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Isaac Hale

Harmony, Pa. 20 de marzo 1834

Conocí a Joseph Smith hijo por primera vez en noviembre de 1825. En ese momento estaba en el empleo de un grupo de hombres que fueron considerados "buscadores de dinero", y su ocupación era la de ver, o pretender ver por medio de una piedra colocada en su sombrero y su cara en el sombrero. De esta manera pretendió descubrir minerales y tesoros escondidos. Su apariencia en este momento, era la de un joven despreocupado -no muy educado, y muy descarada e insolente con su padre. Smith, y su padre, con varios otros buscadores de dinero se quedaron en mi casa mientras estaban empleados en la excavación de una mina que supuestamente había sido abierta y trabajada por los españoles hacía muchos años. El joven Smith animó mucho a los 'buscadores de dinero' al principio, pero cuando fueron a excavar, cerca del lugar donde afirmó que había un inmenso tesoro -dijo que el encantamiento era tan poderoso que no podía verlo. Los buscadores de tesoro se desanimaron y poco después se dispersaron. Esto se llevó a cabo cerca del 17 de noviembre 1825, y uno de los de la compañía me dio una nota por $12.68 por su estadía, la cual todavía no ha sido pagada.

Después de estos sucesos, el joven Smith hizo varias visitas a mi casa, y al final pidió mi consentimiento para que casarse con mi hija Emma. Yo me negué y le di a mis razones, algunas de los cuales eran que él era un forastero, trabajando en un negocio del que no podía aprobar. Él entonces abandonó el lugar. No mucho después de esto, volvió, y mientras yo estaba ausente de mi casa, se llevó a mi hija al estado de Nueva York, donde se casaron sin mi aprobación o consentimiento. Después de haber llegado a Palmyra, en Nueva York, Emma me escribió preguntando si podía llevarse sus pertenencias, las cuales consistían de ropa, muebles, vacas, etc. Yo le respondí que su propiedad estaba a salvo y a su disposición. Al poco tiempo regresaron, trayendo con ellos a Peter Ingersol, y, posteriormente, llegaron a la conclusión de que iban a mudarse para vivir en un lugar cerca de mi residencia.

Smith me dijo que había renunciado a lo que él llamaba "mirar en el vidrio", y que esperaba que pudiera trabajar duro para ganarse la vida, y que estaba dispuesto a hacerlo. Él también hizo los arreglos con mi hijo Alva Hale, para ir a Palmira, y mudar sus muebles, etc. a este lugar. Luego regresó a Palmyra, y poco después, Alva, conforme a su disposición, subió y volvió con Smith y su familia. Poco después de esto, se me informó que habían traído un libro maravilloso de Placas. Se me mostró una caja en la que me dijeron que se encontraban, la cual tenía la apariencia de ser una caja de vidrio común de ventana. Se me permitió sentir el peso de la caja, y se me dio a entender, que el libro de planchas estaba entonces en la caja en la que, sin embargo, no estaba autorizado a mirar.
Le pregunté a Joseph Smith quien iba a ser el primero a quien se le permitiría ver el Libro de las planchas, y me dijo que iba a ser un niño pequeño. Como esto no se satisfizo, le informé que si había alguna cosa en mi casa con esa descripción, a la cual no se me permitía ver, que se la llevara; y si no, que estaba decidido a verlo. Después de eso, se dijo que las placas estaban escondidas en el bosque.
Fue alrededor de este tiempo que Martin Harris hizo su entrada en escena, y Smith empezó a interpretar los caracteres o jeroglíficos que dijo que estaban grabados sobre las planchas, mientras que Harris anotaba la interpretación. Se dijo que Harris anotó ciento dieciséis páginas y que las perdió. Poco después de que esto sucedió, Martin Harris me informó que tenía que tener una mayor prueba, y dijo que había hablado con José al respecto. Joseph le informó de que no podía, o que no se atrevía a mostrarle las placas, pero que él (José) entraría en el bosque donde el Libro de las planchas estaba, y que después de su regreso, Harris debía seguir sus huellas en la nieve y encontrar el libro y examinar por sí mismo. Harris me informó después, que él siguió las instrucciones de Smith, y que no pudo encontrar las planchas, y que todavía no estaba satisfecho.

Al día siguiente, después de que esto sucedió, fui a la casa donde Joseph Smith vivía y donde él y Harris se dedicaban a la traducción del libro. Cada uno de ellos tenía un trozo de papel escrito los cuales estaban comparando, y algunas de las palabras eran "mi siervo busca una mayor prueba, pero se le puede dar una prueba mayor." También se dijo algo acerca de "tres que iban a ver la cosa "-es decir, se supone, el libro de las planchas, y que "si los tres no seguían las direcciones exactamente, la cosa sería quitada." Pregunté de quién eran esas palabras, y se me fue informado por Joseph o Emma (yo más bien creo que fue José) que fueron las palabras de Jesucristo. Les dije que yo pensaba que todo esto era una ilusión, y les aconsejé que lo abandonaran. La forma en que él pretendió leer e interpretar, fue igual que cuando buscó dinero, con la piedra en el sombrero y su cara sobre el sombrero, ¡mientras que el libro de planchas estaba al mismo tiempo escondido en el bosque!
Después de esto, Martin Harris se fue y Oliver Cowdery llegó y escribió para Smith, mientras que él interpreta como se ha descrito anteriormente. Este es el mismo Oliver Cowdery cuyo nombre se puede encontrar en el Libro de Mormón. Cowdery sirvió como escriba de Smith hasta que se completó el Libro de Mormón como supuse y comprendí.

José Smith residió cerca de mi casa durante algún tiempo después de esto, y yo tuve una buena oportunidad de familiarizarme con él, y de alguna manera familiarizarme con sus socios, y yo creo en conciencia de los hechos que he detallado, y de muchas otras circunstancias, que no considero necesario relatar que el "Libro de Mormón" (así se llama) en su totalidad es una tonta invención de falsedad e iniquidad, creado con el fin de especulación, y con el fin de engañar a los crédulos e incautos, y para que sus creadores pueden vivir sobre los despojos de los que se tragan el engaño.

ISAAC HALE.
Afirmado y suscrito ante mí 20 de marzo de 1834.
CHARLES DIMON, J. Paz.
Estado de Pennsylvania, el condado de Susquehana, ss.

Nosotros, los suscriptores, los jueces asociados de la Sala de lo Penal, en y para dicho condado, certificamos que por muchos años hemos conocido personalmente a Isaac Hale, de Harmony pueblo de este municipio, quien ha atestiguado la declaración anterior, y que él es un hombre de excelente carácter moral y de veracidad indudable. Sea testigo de nuestras manos.
WILLIAM THOMPSON.
DAVIS DIMOCK.

Comentarios

  1. Este tipo de cosas, efectivamente no llegan a Mexico. Se guardan bien de divulgarlas pero son claras y precisas. No cabe duda que esto es un indicio mas acerca de las falsedades de Smith

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  2. Exelente investigacion, de 14 años me bautice en esta secta, gracias a dios que no les hice caso con la presion de servir una mision ya que fui revelde y gracias a mi actitud no continue en esta farsa de iglesia, ahora estoy convencido de que en vez de ser la iglesia verdadera es una de las mas falsas de la humanidad, gracias manuel...

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