Episodio 52: Paz y violencia entre los SUD del siglo XIX

Paz y violencia entre los Santos de los Últimos Días del signo XIX

(Artículo original en la página web de la iglesia: https://www.lds.org/topics/peace-and-violence-among-19th-century-latter-day-saints?lang=eng&query=scholar)

La Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días se basa en las enseñanzas de Jesucristo. Las virtudes de la paz, el amor y el perdón son el centro de la doctrina y práctica de la Iglesia. Los santos de los últimos días creen en la declaración del Salvador, la cual se encuentra en el Nuevo Testamento y el Libro de Mormón, que "bienaventurados los pacificadores. Porque ellos serán llamados hijos de Dios". En las escrituras SUD, el Señor ha mandado a Sus seguidores a "renunciar a la guerra y proclamar la paz". Los santos de los últimos días se esfuerzan por seguir el consejo del profeta del Libro de Mormón, el rey Benjamín, quien enseñó que los que se convierten al Evangelio de Jesucristo no tendrán " deseos de injuriaros el uno al otro, sino de vivir pacíficamente, y de dar a cada uno según lo que le corresponda".

A pesar de estos ideales, los primeros santos de los últimos días no obtuvieron la paz fácilmente. Fueron perseguidos por sus creencias, a menudo con violencia. Y, por desgracia, en algunos momentos en el siglo XIX, sobre todo en la Masacre de Mountain Meadows, algunos miembros de la Iglesia participaron en deplorable violencia contra las personas a las que percibieron como sus enemigos. Este ensayo explora tanto la violencia cometida contra los santos de los últimos días como la violencia cometida por ellos. Si bien el contexto histórico puede ayudar a arrojar luz sobre estos hechos de violencia, no los excusa.

La persecución religiosa en la década de 1830 y 1840

En las primeras dos décadas después de que se organizó la Iglesia, los santos de los últimos días eran a menudo víctimas de la violencia. Poco después de que José Smith organizó la Iglesia en Nueva York en 1830, él y otros miembros de la Iglesia comenzaron a establecerse en las zonas al oeste, en Ohio, Missouri e Illinois. Una y otra vez, los Santos trataron de construir su comunidad de Sion donde podían adorar a Dios y vivir en paz, y en repetidas ocasiones vieron frustradas sus esperanzas a causa de separaciones forzadas y violentas. Muchedumbres los echaron del condado de Jackson, Missouri, en 1833; del estado de Missouri en 1839, después de que el gobernador del estado emitió una orden a finales de octubre de 1838 de que los mormones debían ser expulsados del estado o "exterminados"; y desde la ciudad de Nauvoo, Illinois, en 1846. Después de su expulsión de Nauvoo, los santos de los últimos días hicieron el difícil viaje a través de las grandes llanuras de Utah.

La masacre de Haun's Mill
A medida que los santos de los últimos días se enfrentaron a estas dificultades, intentaron vivir de acuerdo con las revelaciones de José Smith que les aconsejaban vivir su religión en paz con sus vecinos. Sin embargo, sus adversarios en Ohio, Missouri e Illinois resentían las creencias religiosas diferentes de los santos y sus prácticas sociales y económicas. Ellos también se sintieron amenazados por el número creciente de los santos, lo que significaba que los mormones podrían controlar cada vez más las elecciones locales. Estos opositores atacaron a los santos, primero verbal y luego físicamente. Líderes de la Iglesia, entre ellos José Smith, fueron cubiertos de alquitrán y plumas, golpeados y encarcelados injustamente. Otros miembros de la Iglesia también fueron víctimas de delitos violentos. En el incidente más infame, al menos 17 hombres y niños, de edades entre 9 y 78, fueron asesinados en la Masacre de Haun’s Mill. Algunas mujeres santos de los últimos días fueron violadas o de otras maneras agredidas sexualmente durante las persecuciones en Missouri. Vigilantes y turbas destruyeron casas y robaron propiedades. Muchos de los opositores de los santos se enriquecieron con tierras y propiedades que no eran legalmente suyas.

La expulsión de Missouri, la cual afectó al menos a 8.000 santos de los últimos días, ocurrió durante los meses de invierno, lo que aumentó el sufrimiento de los miles de refugiados que carecían de alimentos y de vivienda adecuada y eran a veces objeto de enfermedades epidémicas. En marzo de 1839, cuando José Smith, encarcelado en Liberty, Missouri, recibió informes sobre el sufrimiento de los santos de los últimos días exiliados, exclamó: "¡Oh Dios, ¿en dónde estás?" Y oró: "Acuérdate de tus santos que sufren, oh nuestro Dios".

Expulsión del condado de Jackson, Missouri
Después de haber sido expulsados de Missouri, los santos fueron recibidos inicialmente por la gente del vecino estado de Illinois y encontraron paz por un tiempo en Nauvoo. En última instancia, sin embargo, el conflicto surgió de nuevo a medida que los no mormones y los disidentes de la Iglesia renovaron sus ataques. José Smith y su hermano Hyrum fueron brutalmente martirizados por una turba en una prisión de Illinois a pesar de la promesa del gobernador del estado de que los hermanos estarían protegidos durante su detención. Dieciocho meses más tarde, a partir del frío mes de febrero de 1846, el cuerpo principal de los Santos dejó Nauvoo bajo tremenda presión. Se instalaron en campamentos temporales, lo que ahora se llamaría campamentos de refugiados, en las llanuras de Iowa y Nebraska. Se estima que 1 de cada 12 santos murieron en estos campamentos durante el primer año. Algunos de los ancianos y los pobres se quedaron inicialmente en Nauvoo y esperaron para eventualmente unirse al cuerpo principal de los Santos. Pero una multitud de ellos fueron expulsados por la fuerza de Nauvoo en septiembre de 1846 y luego el templo fue profanado. Un no mormón que pasó por el campamento de los santos poco después escribió: "intimidados y apretados por el frío y las quemaduras solares, alternando a medida que cada día y noche agotadora se prolongaba, fueron, casi todos ellos, víctimas mutiladas de la enfermedad. ... No podían satisfacer los deseos de sus débiles enfermos: no tenían pan para acallar los turbulentos gritos de hambre de sus hijos". El alcance de esta violencia contra un grupo religioso no tiene precedente en la historia de los Estados Unidos.Líderes de la iglesia y miembros intentaron varias veces obtener reparación por parte de los gobiernos locales y estatales; cuando estas peticiones fallaron, apelaron sin éxito al gobierno federal para corregir los errores del pasado y lograr protección futura. Los santos de los últimos días recordaron por mucho tiempo las persecuciones que sufrieron y la falta de voluntad por parte de las autoridades del gobierno, ya sea para protegerlos o para perseguir a sus atacantes. A menudo lamentaron que tuvieron que experimentar persecución religiosa en una tierra que prometía libertad religiosa. A la vista de esta persecución prolongada, algunos de los santos, a partir de 1838, respondieron en algunas ocasiones con sus propias acciones defensivas y, en ocasiones, vengativas.

Violencia y vigilantismo en el siglo XIX en los Estados Unidos 

En la sociedad estadounidense del siglo XIX, la violencia comunitaria era común y, a menudo, tolerada. Gran parte de la violencia perpetrada por y contra los santos de los últimos días caía dentro de la tradición americana entonces existente del vigilantismo extralegal, en el que los ciudadanos se organizaban para hacer justicia por sus propias manos cuando creían que el gobierno era opresivo o inexistente. Los vigilantes generalmente se enfocaron en grupos minoritarios o que percibían como criminales o socialmente marginales. Tales actos eran a veces alimentados por la retórica religiosa.

La existencia de milicias basadas en la comunidad también contribuyó a esta cultura de vigilantismo. El Congreso aprobó una ley en 1792 que requirió que cada varón sano de entre 18 y 45 años de edad perteneciera a la milicia comunitaria. Con el tiempo, las milicias se convirtieron en la Guardia Nacional, pero a principios de los Estados Unidos, eran a menudo ingobernables, y perpetraron actos de violencia contra individuos o grupos que se consideraban adversarios de la comunidad.

En los años 1830 y 1840, las comunidades de los santos de los últimos días "en Ohio, Missouri, Illinois y Utah fueron ubicados en las regiones fronterizas occidentales de los Estados Unidos, donde la violencia en la comunidad fue sancionada fácilmente.

La guerra mormona en Missouri y los danitas

"Pelea en Gallatin, Missouri, entre mormones
y 'gentiles'"
Los actos aislados de violencia cometidos por algunos santos de los últimos días pueden ser visto de manera general como un subconjunto del fenómeno más amplio de la violencia fronteriza en la América del siglo XIX. En 1838, José Smith y otros miembros de la Iglesia huyeron de las turbas en Ohio y se mudaron a Missouri, donde los santos de los últimos días ya habían establecido asentamientos. José Smith creyó que la oposición de los disidentes de la Iglesia y otros antagonistas había debilitado y finalmente destruido la comunidad en Kirtland, Ohio, donde sólo dos años antes habían completado un templo con gran sacrificio. En el verano de 1838, los líderes de la Iglesia vieron el aumento de amenazas similares como una piedra de tropiezo hacia su objetivo de crear una comunidad armoniosa en Missouri.

En el asentamiento de los santos de los últimos días en Far West, algunos líderes y miembros organizaron un grupo paramilitar conocido como los danitas, cuyo objetivo era defender a la comunidad en contra de disidentes y santos de los últimos días excomulgados, así como contra otros habitantes de Missouri. Los historiadores generalmente coinciden en que José Smith estuvo conforme con los danitas, pero que probablemente no fue informado sobre todos sus planes y es probable que no sancionó a toda la gama de sus actividades. Los danitas intimidaron a los disidentes de la Iglesia y a otros habitantes de Missouri; por ejemplo, advirtieron a algunos disidentes a que abandonaran el condado de Caldwell. Durante el otoño de 1838, mientras las tensiones se intensificaron durante lo que ahora se conoce como la Guerra mormona de Missouri, los danitas fueron aparentemente absorbidos en gran parte por las milicias compuestas de los santos de los últimos días. Estas milicias se enfrentaron con sus oponentes de Missouri, lo que causó algunas víctimas mortales en ambos bandos. Además, los vigilantes mormones, incluyendo a muchos danitas, atacaron dos pueblos que se consideraban centros de actividad anti-mormona, quemando casas y robando mercancías. A pesar de que la existencia de los danitas fue de corta duración, dio lugar a un mito de larga data y gran exageración sobre la organización secreta de vigilantes mormones.

"El ataque de los danitas"
Como resultado de sus experiencias en Missouri, los santos de los últimos días crearon una milicia sancionada por el estado, la Legión de Nauvoo, para protegerse a sí mismos después de mudarse a Illinois. Esta milicia fue temida por muchos que vieron a los santos de los últimos días como enemigos. Pero la legión evitó los ataques y las represalias; no respondió incluso en la crisis que condujo a la turba a los asesinatos de José Smith y de su hermano Hyrum en junio de 1844, o en las consecuencias de esos asesinatos. Cuando el gobernador de Illinois ordenó disolver la legión, los santos obedecieron la directiva.

Violencia en el territorio de Utah

En Utah, la agresión o represalia por los santos de los últimos días en contra de sus supuestos enemigos ocurrieron con mayor frecuencia durante la primera década de la colonización (1847-1857). Para muchos, las cicatrices de antiguas persecuciones y la larga mudanza a pie a las montañas rocosas aún estaban abiertas y personales. A medida que se trató de forjar una vida en el desierto de Utah, los santos enfrentaron conflictos continuos. Hay muchos factores que trabajaron en contra del éxito de la empresa de los santos de los últimos días en Utah: tensiones con los indios americanos, quienes habían sido desplazados por la colonia y expansión de los mormones; la presión por parte del gobierno federal de los EE.UU., sobre todo después del anuncio público del matrimonio plural en 1852; incertidumbres en el reclamo de ciertas tierras; y una población en rápida expansión. Líderes de la comunidad sintieron una carga implacable de responsabilidad, no sólo por el bien espiritual de la Iglesia, sino también para la supervivencia física de su pueblo. Muchos de estos líderes, entre ellos el presidente de la Iglesia y el gobernador territorial Brigham Young, tuvieron cargos eclesiásticos y civiles al mismo tiempo.

Relación de los santos de los últimos días con los indios americanos

Al igual que los otros pobladores de las zonas fronterizas, los santos de los últimos días ocuparon áreas que ya estaban habitadas por los indios americanos. La trágica historia de la aniquilación de muchas tribus indígenas y la devastación de las demás a manos de colonos inmigrantes europeos y los militares de los Estados Unidos y el aparato político ha sido bien documentada por los historiadores. Los colonos de todo el siglo XIX, incluyendo a algunos santos de los últimos días, maltrataron y mataron a los indios en numerosos conflictos, obligándolos a retirarse a tierras indeseables y a reservaciones.

A diferencia de la mayoría de los estadounidenses, los santos de los últimos días vieron a los indios como a un pueblo elegido, como a hermanos israelitas que eran descendientes de la gente del Libro de Mormón y por lo tanto herederos de las promesas de Dios. Como presidente de la Iglesia, gobernador territorial, y superintendente territorial de Asuntos Indígenas, Brigham Young llevó a cabo una política de paz para facilitar la ubicación mormona en zonas donde los indígenas vivían. Los santos de los últimos días aprendieron las lenguas indígenas, establecieron relaciones comerciales, predicaron el evangelio, y en general buscaron establecer reconciliación con los indios. Esta política, sin embargo, surgió de forma desigual y se aplicó de manera inconsistente.

La coexistencia pacífica entre los santos de los últimos días y los indios fue a la vez la norma y el ideal. A veces, sin embargo, miembros de la Iglesia se enfrentaron violentamente con los indios. Estas dos culturas, la europea y la india americana, tenían ideas muy diferentes sobre el uso de la tierra y la propiedad y no se entiendan bien. Los mormones a menudo acusaron a los indios de ladrones. Los indios, por su parte, creían que los mormones tenían la responsabilidad de compartir los bienes y el ganado criado en las tierras tribales indias. En las zonas donde los mormones se establecieron, la previa experiencia de los indios con los europeos había consistido en su mayoría de interacciones de beneficio mutuo con tramperos y comerciantes, las personas que pasaron por la tierra o brevemente habitaron en ella no la reclamaron de manera permanente, como lo hicieron los mormones. Estos malentendidos llevaron a la fricción y la violencia entre estos pueblos.

A finales de 1849, las tensiones entre los indios Ute y los mormones en Utah Valley aumentaron después que un mormón mató a un Ute conocido como el Viejo Obispo, a quien acusó de haber robado su camisa. El Mormón y dos socios luego escondieron el cuerpo de la víctima en el río Provo. Los detalles del asesinato fueron probablemente escondidos, al menos inicialmente, de Brigham Young y otros líderes de la Iglesia. Colonos en Fuerte Utah, sin embargo, reportaron otras dificultades con los indios, incluyendo el disparo de armas a los colonos y el robo de ganado y cultivos. Brigham Young aconsejó paciencia, diciéndoles que "empalizaran su fortaleza, que se metieran en sus propios asuntos y que dejaran que los indios cuidaran a los suyos." Sin embargo, las tensiones aumentaron en Fuerte Utah, en parte porque los mormones locales se negaron a entregar a los implicados en el asesinato de Viejo Obispo a los utes o dar restauración por su muerte. En el invierno de 1849-1850, una epidemia de sarampión se extendió desde los colonos mormones a los campamentos de los Utes, matando a muchos indios y empeorando las tensiones. En un consejo de líderes de la Iglesia en Salt Lake City el 31 de enero de 1850, el líder de Fuerte Utah informó que las acciones y las intenciones de los Utes se hicieron más y más agresivas: "dicen que quieren cazar nuestro ganado e ir y buscar a los otros indios para que nos maten". En respuesta, el gobernador Young autorizó una campaña contra los utes. Una serie de batallas en febrero de 1850 resultó en la muerte de decenas de utes y un mormón. En estos casos y otros, algunos santos de los últimos días cometieron excesiva violencia contra los pueblos nativos.

Sin embargo, en su mayor parte, los santos tuvieron relaciones más amistosas con los indios de las que tuvieron con los colonos en otras áreas del oeste americano. Brigham Young disfrutó de la amistad con varios líderes indios americanos y enseñó a su pueblo a vivir en paz con sus vecinos indios siempre que fuera posible. Algunos indios incluso hicieron una clara distinción entre los "Mormonees," a quienes consideraban amables, y otros colonos americanos, quienes eran conocidos como "Mericats".

La "reforma" y la Guerra de Utah

A mediados de la década de 1850, una "reforma" dentro de la Iglesia y las tensiones entre los santos de los últimos días en Utah y el gobierno federal de los EE.UU. contribuyeron a una mentalidad de asedio y a un sentido renovado de la persecución que llevó a varios episodios de violencia cometidos por miembros de la Iglesia. Preocupado por la complacencia espiritual, Brigham Young y otros líderes de la Iglesia dieron una serie de sermones en los que llamaron a los santos a arrepentirse y a renovar sus compromisos espirituales. Muchos testificaron que llegaron a ser mejores personas a causa de esta reforma.

Los estadounidenses del siglo XIX estaban acostumbrados a un lenguaje violento, tanto religioso como de otro modo. A lo largo del siglo, evangelistas habían utilizado imágenes violentas para alentar a los inconversos a que se arrepintieran y para instar a los reincidentes a la reforma. A veces, durante la reforma, el presidente Young, su consejero Jedediah M. Grant, y otros líderes predicaron con una retórica inflamatoria, advirtiendo en contra de la maldad de los que disintieron o que estaban en contra de la Iglesia. Sobre la base de los pasajes bíblicos, en particular del Antiguo Testamento, los líderes enseñaron que algunos pecados son tan graves que la sangre del agresor tendría que ser derramada para poder recibir perdón. Tal predicación llevó a un aumento de la tensión entre los santos de los últimos días y los relativamente pocos no mormones en Utah, incluyendo a los funcionarios designados por el gobierno federal.

A principios de 1857, El presidente de los EE.UU. James Buchanan recibió informes de algunos de los funcionarios federales que alegaban que el gobernador Young y los santos de los últimos días en Utah se habían revelado contra la autoridad del gobierno federal. Una nota con términos enérgicos por parte de la legislatura de Utah hacia el gobierno federal convenció a los funcionarios federales que los informes eran ciertos. El presidente Buchanan decidió sustituir a Brigham Young como gobernador y, en lo que se conoció como la Guerra de Utah, envió a un ejército a Utah para escoltar a su reemplazo. Los santos de los últimos días temían que el ejército que estaba viniendo, unos 1.500 soldados, y más que vendrían más tarde, renovarían la violencia y los ataques de Missouri e Illinois y otra vez echarían a los santos de sus hogares. Además, Parley P. Pratt, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, fue asesinado en Arkansas en mayo de 1857. Noticia del asesinato, así como informes en los periódicos del este de los Estados Unidos que celebraron el crimen, llegaron a Utah a finales de junio de 1857. A medida que estos estos acontecimientos se desarrollaron, Brigham Young declaró la ley marcial en el territorio, pidió a los misioneros y colonos de las zonas periféricas que regresaran a Utah, y guió los preparativos para resistir al ejército. Sermones desafiantes dados por el presidente Young y otros líderes de la Iglesia, junto con la inminente llegada del ejército, ayudaron a crear un ambiente de miedo y sospecha en Utah.

La masacre de Mountain Meadows

En la cumbre de esta tensión, a principios de septiembre de 1857, una rama de la milicia territorial en el sur de Utah (compuesta en su totalidad por mormones), junto con algunos indios que reclutaron, puso sitio a una caravana de emigrantes que viajaban desde Arkansas a California. Cuando la caravana estaba viajando al sur de Salt Lake City, los emigrantes se enfrentaron verbalmente con los mormones locales sobre dónde podían pastar su ganado. Algunos de los miembros de la caravana se frustraron porque tenían dificultades para comprar el grano que era tan necesario, y otros suministros de los pobladores locales, quienes habían sido instruidos que guardaran su grano como una política de guerra. Agraviados, algunos de los emigrantes amenazaron con unirse a las tropas que estaban viniendo para luchar contra los santos.

Aunque algunos santos ignoraron estas amenazas, otros líderes locales de la Iglesia y los miembros en Cedar City, Utah, promovieron la violencia. Isaac C. Haight, presidente de estaca y líder de la milicia, envió a John D. Lee, un comandante de la milicia, para dirigir a un ataque contra la compañía emigrante. Cuando el presidente comunicó el plan a su concilio, otros dirigentes se opusieron y pidieron que se cancelara el ataque y en su lugar enviaron a un jinete expreso a Brigham Young en Salt Lake City para saber qué hacer. Pero los hombres que Haight había enviado para atacar a los emigrantes llevaron a cabo sus planes antes de recibir la orden de no atacar. Los emigrantes se defendieron, y el asedio se produjo.

En los próximos días, los eventos se intensificaron, y militares mormones planearon y llevaron a cabo una masacre deliberada. Atrajeron a los emigrantes fuera de sus carretas ubicadas en un círculo con una falsa bandera de tregua y, ayudados por los indios Paiute que habían contratado, los mataron. Entre el primer ataque y la masacre final, la masacre destruyó las vidas de 120 hombres, mujeres y niños en un valle conocido como Mountain Meadows. Sólo los niños, aquellos que se creía que eran demasiado pequeños como para ser capaz de decir lo que había pasado, se salvaron. El jinete expreso regresó dos días después de la masacre. Llevaba una carta de Brigham Young diciendo a los líderes locales a que "no se entrometieran" con los emigrantes y que les permitieran pasar por el sur de Utah. Los militares trataron de encubrir el crimen, echando la culpa a los Paiutes locales, algunos de los cuales eran también miembros de la Iglesia.

La masacre de Mountain Meadows
Dos santos de los últimos días fueron finalmente excomulgados de la Iglesia por su participación, y un gran jurado que incluyó a santos de los últimos días acusaron a nueve hombres. Sólo un participante, John D. Lee, fue condenado y ejecutado por el crimen, lo cual aumentó las denuncias falsas de que la masacre había sido ordenado por Brigham Young.

En los últimos años, la Iglesia ha hecho esfuerzos diligentes para aprender todo lo posible sobre la masacre. En la década del 2000, los historiadores en el departamento de historia de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días revolvieron los archivos de los Estados Unidos buscando registros históricos; cada registro de la Iglesia sobre la masacre también se abrió al escrutinio. En el libro resultante, publicado por Oxford University Press en 2008, los autores Ronald W. Walker, Richard E. Turley Jr., y Glen M. Leonard llegaron a la conclusión que, si bien la predicación intemperante acerca de los forasteros por parte Brigham Young, George A. Smith, y otros líderes, contribuyeron a crear un clima de hostilidad, el presidente Young no ordenó la masacre. Más bien, los enfrentamientos verbales entre los individuos en la caravana y los colonos del sur de Utah creó una gran alarma, sobre todo en el contexto de la Guerra de Utah y otros sucesos de confrontación. Una serie de decisiones trágicas por parte de líderes locales de la Iglesia, quienes también ocuparon puestos clave de liderazgo cívico y militar en el sur de Utah, encabezaron la masacre.

Aparte de la Masacre de Mountain Meadows, unos pocos santos de los últimos días cometieron otros actos violentos en contra de un pequeño número de disidentes y los de afuera. Algunos santos de los últimos días perpetraron actos de violencia extralegal, sobre todo en la década de 1850, cuando el miedo y las tensiones eran frecuentes en el territorio de Utah. La acalorada retórica de los líderes de la Iglesia dirigidas contra los disidentes puede haber llevado a estos mormones a creer que tales acciones estaban justificadas. Los autores de estos crímenes, en general, no fueron castigados. Aun así, muchas denuncias de este tipo de violencia son infundadas, y los escritores anti-mormones han culpado a los líderes de la Iglesia por muchos crímenes sin resolver o por muertes sospechosas en la antigua Utah.

Conclusión

Muchas personas en el siglo XIX caracterizaron injustamente a los santos de los últimos días como a un pueblo violento. Sin embargo, la gran mayoría de los santos de los últimos días, en el siglo XIX como en la actualidad, viven en paz con sus vecinos y familiares, y buscaban paz en sus comunidades. Los viajeros en el siglo XIX a menudo tomaron nota de la paz y el orden que prevalecía en las comunidades de mormones en Utah y en otros lugares. Sin embargo, las acciones de unos relativamente pocos santos de los últimos días causaron muerte y lesiones, dañaron las relaciones comunitarias, y deterioraron la percepción de los mormones como un pueblo pacífico.

La Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días condena la violencia en palabra y acción, y afirma su compromiso de promover paz en todo el mundo. Al hablar de la masacre de Mountain Meadows, el élder Henry B. Eyring, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: "El Evangelio de Jesucristo al que nos adherimos aborrece el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños. De hecho, se aboga por la paz y el perdón. Lo que se hizo aquí hace tanto tiempo atrás por los miembros de nuestra Iglesia representa un alejo horrible e inexcusable de la enseñanza y la conducta cristiana".

A lo largo de la historia de la Iglesia, los líderes han enseñado que el camino del discipulado cristiano es un camino de paz. El Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, vinculó la fe de los santos de los últimos días en Jesucristo con sus búsquedas activas de amor al prójimo y paz con todos los hombres: "La esperanza del mundo es el Príncipe de Paz. ... Ahora, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, ¿qué espera el Señor de nosotros? Como Iglesia, debemos "renunciar a la guerra y proclamar la paz." Como individuos, debemos "seguir tras las cosas que contribuyen a la paz. 'Debemos ser pacificadores personales".

Comentarios
Errores y declaraciones engañosas

1) A partir del segundo párrafo, el ensayo afirma:

"[Los mormones] Fueron perseguidos por sus creencias, a menudo con violencia".

Esto no es completamente cierto. La violenta persecución contra los santos de los últimos días en general no fue a causa de sus creencias, sino por sus acciones. Los santos de los últimos días a menudo repiten cómo José fue perseguido por los "gentiles" por haber afirmado que había tenido una visión. Eso no es cierto. Los metodistas de Palmira en realidad, le recibieron en su congregación. Fue sólo cuando los santos comenzaron a hacer cosas como las acusaciones sexuales contra José Smith, sermones rimbombantes, cuando cometieron fraude bancario e incitaron a la violencia, cuando predicaron que Dios iba a tomar las tierras de los 'gentiles' locales y dárselas a los mormones, que cualquier forma de persecución violenta comenzó.

2) La orden de exterminio

El ensayo pretende que los santos sólo querían adorar en paz sin molestar a nadie. Usa la infame orden de exterminio emitida el 27 de octubre de 1838 por el gobernador de Missouri Lilburn Boggs como prueba de que fueron los 'gentiles' malvados quienes querían perseguir a los mormones justos. Lo que la mayoría de los miembros de la iglesia no saben es que fue el líder mormón Sidney Rigdon quien primero utilizó el término 'exterminio', lo cual llevó a la orden del Gobernador Boggs.

Lo que precedió a la Orden de Exterminación Mormona fue un discurso pronunciado por Sidney Rigdon el 4 de julio de 1838 en Far West, Misuri. En ese discurso, Rigdon fue quien primero utilizó el término 'exterminio' y amenazó con exterminar a los no mormones.

Discurso de Sidney Rigdon del 4 de julio

Pedimos a Dios y a todos los santos ángeles que presencien este día en el que advertimos a todos los hombres, en el nombre de Jesucristo, que dejen de perseguirnos para siempre. Los hombres o el conjunto de hombres que intenten hacer esto, lo hacen a costa de sus vidas. Y la multitud que venga a molestarnos, tendrá, entre nosotros y ellos, una guerra de exterminio, porque vamos a seguirlos hasta que la última gota de sangre sea derramada, o de lo contrario tendrán que exterminarnos; porque van a llevar una escena de guerra a sus propias casas y a sus propias familias, y una parte o la otra morirá. Recuerden entonces, todos los hombres. Nadie estará en libertad de venir en nuestras calles, a amenazarnos con multitudes, porque si lo hacen, deberán expiar por ello antes de que abandonen este lugar; ni estarán en libertad de difamar o calumniar a ninguno de nosotros, ya que no lo vamos a tolerar.

El sermón fue impreso y distribuido ampliamente como un panfleto.

Brigham Young culpó los problemas de los mormones en Missouri a Sidney Rigdon, consejero de la Primera Presidencia:

"Elder Rigdon fue la causa principal de nuestros problemas en Missouri, con su discurso del 4 de julio".

- Times and Seasons, p. 667, 1838

En 1838, "exterminar" no sólo significaba "matar", sino también significaba "echar de la tierra" (esta información puede encontrarse en el libro The Mormon Wars, publicado por Deseret Book). Parte del exagerado complejo de persecución mormón acumulado en los últimos años es un malentendido de la orden de Boggs. Él no estaba ordenando el asesinato en masa de los mormones en Missouri sino la expulsión del estado. Hubiera sido más honesto y beneficial para el lector si el ensayo hubiera subrayado el significado contemporáneo de la palabra, tal como fue utilizada por Boggs.

3) A José Smith le untaron con brea y le pegaron plumas

El ensayo lleva al lector a creer que José Smith fue cubierto con brea y emplumado y golpeado por el mero hecho de sus diferentes creencias religiosas.

El ataque a José Smith se produjo el 24 de marzo de 1832 en Hiram, Ohio, después de que José supuestamente propuso (o, posiblemente, tuvo relaciones sexuales con) Nancy Marinda Johnson, de 16 años de edad. El Dr. Dennison, incitado por una turba del vecindario, se decidió a castrar a Smith. ¿Y por qué querían hacer tal cosa? La castración era utilizada como una sanción sólo por delitos sexuales.

Los hermanos Johnson estaban, según se informa, muy enojados porque José Smith, un hombre mayor y casado, se había propuesto a su hermana de 16 años (tal vez sobrina), Nancy Marinda Johnson.

Cuando el doctor falló en realizar la castración, la multitud decidió untar a Smith con alquitrán y plumas. Así que el ataque no se basó en las creencias religiosas de José, sino más bien en sus acciones.
4) Los danitas

En el ensayo, la Iglesia reconoce la existencia de los danitas y la aprobación por José de ellos, pero luego dicen que él no sabía nada de sus acciones. Eso no es cierto. Hay varias narraciones personales que ubican a José y a Hyrum en reuniones danitas, en las que sancionan sus acciones. (Ver Quinn, Origins of Power, pp. 93-94.) Hay relatos de Sidney Rigdon, mientras era miembro de la Primera Presidencia, asistiendo a varias reuniones. Los familiares más cercanos de José y sus asesores, incluyendo a Hyrum y a su tío John, se unieron con los danitas cuando enviaron una carta de amenaza a Oliver Cowdery y a otros disidentes diciéndoles que si no abandonaban Missouri iban a ser víctimas de su violencia.

5) La masacre de Mountain Meadows

Como se indicó anteriormente, el ensayo reconoce que un presidente de estaca ordenó la masacre de una caravana de carretas, matando a 120 hombres, mujeres y niños.

Placa en el monumento de Mountain Meadows
La explicación de la Iglesia SUD no tiene sentido. ¿Por qué la milicia en Cedar City escribiría a Brigham Young "para buscar su guía", pero luego no esperó a recibir su respuesta? Ellos simplemente fueron y mataron a todos antes de que Young tuviera la oportunidad de darles sus órdenes, ¡órdenes que supuestamente habían pedido!

¿Por qué estos mormones, entre ellos un presidente de estaca y varios obispos, pensarían que Brigham Young les iba a decir que masacraran sin piedad a cientos de hombres, mujeres y niños inocentes que simplemente estaban pasando por Utah en su camino a California? Obviamente debían haber tenido alguna razón para pensar que Brigham Young les permitiría hacer eso.

No hay manera de probar que la carta mencionada realmente existiera, ya que fue "descubierta" unos 20 años después del evento. El escriba de Brigham, John V. Long, el único hombre que podría testificar sobre las comunicaciones, fue encontrado muerto en una zanja.

A pesar de la afirmación por parte de la Iglesia que Brigham Young no autorizó la masacre, la verdad es que no hay pruebas suficientes para concluir que Brigham lo hizo o no.

Aun si decimos que Brigham Young era inocente de la masacre si verdaderamente era un profeta de Dios, ¿por qué no lo vio venir y evitó que la Iglesia pasara por el peor evento en su historia? ¡Sin mencionar que unas 120 vidas podrían haber sido salvadas!

Durante años, los descendientes de la masacre han pedido una disculpa por parte de la Iglesia por las condiciones que llevaron al crimen. Sin embargo, la Iglesia continúa su postura de no pedir disculpas por nada. En un discurso en el Monumento de la masacre de Mountain Meadows, la Iglesia simplemente expresó "profunda tristeza" sobre el incidente, sin admitir ninguna culpa.

6) Asesinato de Parley P. Pratt

El ensayo indica que Parley P. Pratt fue asesinado, dando la impresión de que se trataba de otro ataque contra los inocentes mormones. En realidad, Parley P. Pratt fue asesinado por Hector H. McLean cuando Parley se llevó a la esposa de Héctor para convertirla en su esposa polígama número 12. ¿Por qué el ensayo no nos da ningún contexto del asesinato de Parley? La muerte de Parley P. Pratt fue el resultado de sus acciones y no de sus creencias.

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