Episodio 95: La crisis de sucesión y la transfiguración de Brigham Young, 1a parte

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La crisis de sucesión y la transfiguración de Brigham Young 

Por Richard S. Van Wagoner

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Después del asesinato inesperado de José Smith en 1844, Brigham Young y un enfermo Signey Rigdon, el único sobreviviente de la Primera Presidencia, se enfrentaron en una pelea eclesiástica por el liderazgo. Young, un estratega maestro con una gran habilidad política y una vitalidad física que Rigdon no tenía, fácilmente ganó el manto. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, los eventos prosaicos que rodearon a este drama por el liderazgo se metamorfosearon en una maravilla mítica. La leyenda no tiene comparación en el folklore mormón excepto por el relato de Smith de su ministerio angélico y su “primera visión”.

Mientras que es típicamente difícil verificar la autenticidad de visitaciones angélicas, apariciones, y milagros debido a la falta de evidencia corroborativa, la afirmación de la “transfiguración de Brigham Young” puede ser escudriñada en detalle en los relatos en periódicos, diarios, proclamaciones oficiales, observaciones retrospectivas, y otros ejemplos.

Sidney Rigdon
El relato oficial del mormonismo del post martirio fue escrito después del hecho por miembros del Cuórum de los Doce o sus defensores. Estos hombres, bajo la dirección de Brigham Young, protegieron cuidadosamente sus papeles en la historia en la luz más favorable. La Historia de José Smith, como fue originalmente llamada, fue serializada en el Deseret News a fines de 1850, pero estaba obscurecida por censuras editoriales, cientos de eliminaciones, adiciones, y alteraciones. No sólo se muestra a la poligamia y al significado eclesiástico de Brigham Young en la luz favorable de la aceptabilidad política, sino que también perjudica monumentalmente a Signey Rigdon y a otros que desafiaron el acenso de los Doce al poder.

La maquinaria propagandista de los Doce en el siglo XIX era tan efectiva, que pocos fuera del círculo íntimo de Brigham Young sabían de las alteraciones que se hicieron a la historia de la iglesia detrás de las cortinas. Charles Wesley Wandell, un asistente historiador de la iglesia que más tarde abandonó la iglesia, estaba espantado con estas enmiendas. Comentando sobre los muchos cambios hechos en las obras históricas cuando fueron serializadas, Wendell escribió en su diario:
Noto las interpolaciones porque, habiendo estado empleado en la oficina del Historiador en Nauvoo por el Doctor Richards, y empleado, también, en 1845, para compilar esta misma historia, sé que después de la muerte de José, su biografía fue modificada para que encajara con el nuevo orden de las cosas, y esto, también, bajo la orden directa de Brigham Young al Doctor Richards y sistemáticamente por el Doctor Richards.
Se puede encontrar más de una docena de referencias a la participación de Brigham Young en las transposiciones de la historia escrita en el registro publicado después del martirio en 1902 en la forma de la Historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Por ejemplo, una cita mencionó a Young cuando dijo “Comencé a revisar la Historia de José Smith en la oficina del Hermano Richards: Elder Heber C. Kimball y George A. Smith estaban conmigo”.

Hay evidencia de que esta revisión, o censura, de la historia oficial comenzó con Brigham Young. Wilford Woodruff, mientras estaba trabajando en la oficina del historiador de la iglesia, escribió en su diario en el día 11 de julio de 1856 sobre una pregunta que le hizo a Young sobre “una pieza de historia en el libro E-1 página 1681-2 con respecto a Hyrum liderando esta Iglesia y trazando el Sacerdocio Aarónico”. Young aconsejó: “No era esencial insertarlo en la Historia y era mejor omitirlo”. Woodruff entonces le preguntó sobre “las palabras de José en Carolina del Sur” (véase DyC 87; 130: 12-3) las cuales habían sido publicado recientemente en el Deseret News. Young dijo que no “quería que fuera publicado”. Años más tarde, Charles W. Penrose, llamado a la Primera Presidencia en 1911, admitió que después de la muerte de José Smith se hicieron algunos cambios en el registro oficial “por razones de prudencia”.

La censura ha ensuciado severamente la imagen histórica de Sídney Rigdon. Contrario a la perspectiva mormona oficial, por ejemplo, Rigdon no viajó a Pensilvania antes de la muerte de José Smith en el verano de 1844 para escapar de la confusión en Nauvoo o para abandonar la iglesia, como se lo acusó retrospectivamente. No había “apostatado y dejado al hermano José”, como Brigham Young declaró el 24 de junio de 1868. En vez de eso, Rigdon fue enviado a su estado original por el profeta José por al menos tres razones. La primera era política: la candidatura presidencial de José Smith había declarado residencia en Illinois y Rigdon, su candidato a vicepresidente, era requerido por ley que estableciera una residencia en algún otro lado. Segundo, en un tiempo anterior cuando Rigdon y Smith estaban viviendo en Kirtland, Ohio, el profeta, tal como fue recordado por el testigo del Libro de Mormón David Whitmer, profetizó que “mi siervo Sydney debe ir tarde o temprano a Pittsburg”. Por lo tanto la mudanza a Pensilvania era para cumplir con una revelación así como una necesidad política. Además, el profeta, temiendo por la vida de Rigdon después de la destrucción del Nauvoo Expositor, quería que su consejero sobreviviera. El diario personal de Smith del 22 de junio de 1844 deja esto bien en claro: “Envié al Hno. R[igdon]”, escribió el profeta, “[y] quiero enviar a Hiram para salvarlo [también], para vengar mi Sangre”.

Por designio oficial, Rigdon no estaba en Illinois durante el tiempo de los famosos homicidios en la Cárcel de Cártage. El 18 de junio, nueve días después del martirio de los hermanos Smith, la familia Rigdon partió a Pittsburgh en el barco a vapor Osprey. Según Wickliffe, el hijo de Rigdon, José Smith y “muchos de los miembros prominentes de la iglesia vinieron en bote a despedirlo”. Ebenezer Robinson, enviado con Rigdon para establecer un periódico mormón en Pittsburgh, recordó que antes de embarcarse, Smith le habló aparte y le pidió que estuviera junto a Rigdon “bajo toda circunstancia, y que tomara su mano en toda ocasión, y que nunca lo abandonara. . . porque él es un buen hombre y lo amo más de lo que lo he amado en toda mi vida, porque mi corazón está enredado con el suyo con cuerdas que nunca pueden ser rotas”.

Llegando a Pittsburgh el 27 de junio, los Rigdon, quienes no se habían enterado de la muerte de José y de Hyrum, visitaron a miembros de su familia el siguiente día. Luego encontraron una casa para alquilar el 1º de julio. Cinco días después, Sidney leyó la primera noticia de las trágicas muertes en un Nauvoo Neighbor que trajo a la ciudad Jedediah Grant en su camino a Filadelfia. Rigdon le dijo a Grant que se sentía preparado para reclamar “el manto profético” y que tomaría “su lugar a la cabeza de la iglesia, a pesar de los hombres o de los demonios, al riesgo de su propia vida”. Sabiendo que Grant tenía planeado partir el próximo día para ir a Filadelfia, Rigdon le pidió que le diera un mensaje a cualquiera de los Doce que encontrara, de que “era su deseo que vinieran a Pittsburgh antes de ir a Nauvoo, y que tuvieran un concilio”. Sidney también preparó una carta para Brigham Young a la atención de The Prophet, un diario mormón en el este, sugiriendo una fecha para reunirse en Pittsburgh.

Pero los Doce, con aspiraciones de sucesión propias, ignoraron los deseos de Rigdon. Wilford Woodruff le escribió a Brigham Young desde Boston el 26 de julio, y sugirió que excluyeran a Rigdon. Los Doce entonces pidieron a Orson Hyde que le escribiera a Rigdon, informándole que “pensaban que era mejor para su seguridad que regresaran” por Buffalo y Chicago, pidiéndole que “los encontrara en Nauvoo, donde iban a tener un concilio”.

Inicialmente, Rigdon no tenía planeado regresar a Illinois. Según su propia narrativa, sin embargo, escuchó la voz espectral de José Smith dirigiéndole, “No debes quedarte. Debes ir”.

José Smith hablando con el Cuórum de los Doce
A pesar de los frecuentes secuestros e intentos de asesinato, José Smith no estableció políticas firmes con respecto a su sucesión presidencial en el evento de su muerte. La confusión resultante causó mucha agitación en el proceso. Smith simplemente no esperaba morir a los treinta y ocho. Nunca mencionó un plan detallado, y las declaraciones públicas y privadas del profeta entre 1834 y 1844 sugieren al menos ocho diferentes métodos de sucesión, cada uno apuntando a sucesores con algún reclamo de validez.

Consecuentemente, Rigdon encontró a los santos en un dilema de liderazgo cuando llegó a Nauvoo el sábado 3 de agosto. Los apóstoles Parley P. Pratt, Willard Richards, y George A. Smith lo invitaron a reunirse con ellos a las 8:00 de la mañana el siguiente día en el hogar de John Taylor. Los hombres esperaron una hora. Pratt envió que trajeran a Rigdon y lo encontraron hablando con un abogado, y ya era tarde para reunirse con los apóstoles, ya que tenía un compromiso para dar un discurso durante los servicios de adoración. Tomando como su texto el concepto de las escrituras, “porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos”, el Presidente Rigdon contó a la audiencia de una visión que dijo haber recibido en Pittsburgh.

Rigdon declaró que su manifestación era una “continuación de la misma visión que él y José habían tenido en Kirtland. . . con respecto a las diferentes glorias o mansiones en ‘la Casa del Padre’”, y testificó que el profeta “había ascendido al cielo, y que estaba a la mano derecha del Hijo de Dios, y que él lo había visto allí, vestido con todo poder, gloria, majestad, y dominio en los reinos celestiales”. Agregó que José todavía tenía las “llaves del reino. . . y continuaría teniéndolas por toda la eternidad. . . y que ningún hombre podrá tomar su lugar, ni tendrá el poder de edificar el reino para ninguna creatura o ser excepto José Smith”.

Sigdon, enfatizando su papel de larga duración como “vocero del Señor”, el cual había sido pronunciado por José Smith tanto en la forma de revelación como de bendición especial, reportó el deseo del Señor de que “debe haber un guardián asignado para edificar la iglesia hasta José”. Entonces explicó que “él era el mismo hombre del que los profetas antiguos habían cantado, escrito y con quien se habían regocijado; y que él había sido enviado para hacer un trabajo idéntico al que había sido asignado a los profetas en toda generación precedente”. Declarando que los caminos del Señor no son nuestros caminos, se desvió a su tema favorito: las profecías de Armagedón. El tiempo estaba cerca, advirtió, cuando los santos “verían cien toneladas de metal por segundo tiradas a los enemigos de Dios”, y sangre fluirá tan profunda como “frenos de caballo”. Con su usual aplomo y fraseología extravagante, Sidney trompeteó:
Lucharé una batalla realmente sangrienta con espada y con armas de fuego. . . Lucharé las batallas del Señor. También cruzaré el Atlántico, me enfrentaré con las fuerzas de la reina y les venceré—plantaré el estandarte estadounidense en tierra inglesa, y entonces marcharé al palacio de su majestad y exigiré una porción de sus riquezas y dominios, los cuales, si ella se rehúsa, tomaré a la pequeña madame de la nariz y la guiaré hacia afuera, y no tendrá poder para evitarlo. Si no hago esto, el Señor nunca habló con ningún mortal.
Durante la reunión de la tarde, mientras Charles C. Rich estaba hablando, el Presidente de Estaca de Nauvoo, William Marks, a pedido de Rigdon, interrumpió y dio una noticia pública de una asamblea especial del jueves 8 de agosto para escoger a un guardián de la iglesia. Algunos sugirieron esperar hasta que todos los miembros del Cuórum de los Doce regresaran, pero Rigdon dijo que estaba a “alguna distancia de su familia” y quería “saber si había algo que esta gente quería que él hiciera”. Si no, entonces quería partir, “porque había una gente, miles y decenas de miles que lo recibirían, que quería visitar otras ramas alrededor, [pero] primero [a Nauvoo]”. Muchos pensaron que Rigdon estaba presionando sus demandas demasiado rápido. El lunes 5 de agosto por la mañana, Parley P. Pratt, Willard Richards, John Taylor, George A. Smith, Amasa Lyman, y Obispo Newel K. Whitney llamaron a Sidney para preguntarle cuál era su apuro. Él negó que esperaba que la gente eligiera a un guardián ese jueves, diciendo que deseaba tener sólo “una reunión de oración, e intercambiar pensamientos y sentimientos para acalorar nuestros corazones”.

Más tarde esa noche cinco o más miembros de los Doce llegaron a Nauvoo, subiendo el número a nueve. El próximo día una reunión combinada de los Doce, el Sumo Concilio de Nauvoo, y el Cuórum de los Sumo Sacerdotes se llevó a cabo en el segundo piso del nuevo Seventies Hall. Brigham Young, quien había organizado la reunión, pidió a Rigdon a que hiciera una declaración a la iglesia sobre su revelación de Pittsburgh. Rigdon explicó que la manifestación, si bien no era una visión abierta, fue presentada a su mente. Se le mostró que el profeta mantenía la misma relación con la iglesia en muerte que la que tenía en vida. Nadie debía ser el sucesor de José, dijo Rigdon. El Reino debe ser “edificado en Cristo” a través del profeta muerto. La revelación todavía era requerida, y como Rigdon había sido ordenado como el vocero de Smith, él debía continuar hablando por él en este lado del velo “hasta que José Smith mismo descienda como un ángel poderoso, ponga sus manos sobre mi cabeza y me ordene y diga, ‘adelántate y actúa por mí’”. Concluyendo, agregó, “He cumplido con mi deber y hecho lo que Dios me mandó. . . La gente puede complacerse ya sea que me acepten o no”. Young dijo que quería oír la voz de la iglesia entera antes de que se tomara una decisión. Comentó irónicamente que “no le importaba quién guiara la iglesia de Dios si Dios dijo que debía ser así, aun si era ‘Ann Lee’ misma, pero debía saber que Dios lo había dicho”. Young agregó que él tenía “las llaves y los recursos para conocer la mente de Dios sobre este asunto”. (Ann Lee era la líder de la iglesia de los Shakers.)

Brigham Young dirigiéndose a la multitud
Como parte de sus derechos al haber sido ordenado “Profeta, Vidente y Revelador” en 1841, Rigdon tenía derecho a tener experiencias visionarias. Pero Wilford Woodruff dijo que la de Rigdon era “un tipo de visión de segunda clase”. Young, quien tendía al sarcasmo y a ridiculizar, llamó a Sidney un tonto en su cara. El “León del Señor” no tenia paciencia con los tontos. Rigdon subestimó a Young, quien pronto se convertiría en uno de los estadounidenses más poderosos de su generación. Rigdon, cuando tenía buena salud, era sin duda superior a Young para dar discursos, pero Young, quien nunca fue un observador pasivo, era más ingenioso, más ambicioso, y más políticamente astuto. Sin permitir que el manto del liderazgo se le fuera de las manos, simplemente luchó con Rigdon.

Young, como Rigdon, estupefacto con la noticia del asesinato del profeta José Smith, no parecía haber concluido inmediatamente que la muerte del profeta ubicaba la corona de liderazgo sobre la cabeza de los Doce o sobre él. De hecho Young inicialmente se preguntó si el profeta se había llevado las llaves de autoridad. “No tenía una mejor idea de que el manto hubiera descendido sobre mí que de la cosa más improbable del mundo”, les dijo más tarde a sus familiares.

Pero equipado con una mente brillante, Young se convenció en ruta a Nauvoo de Boston “por una visión del Espíritu”, como más tarde les dijo a sus colegas, que los Doce constituían una presidencia de la iglesia interina de la cual la Primera Presidencia eventualmente se levantaría. Pero Young no le dijo a nadie de su intuición sobre el asunto por tres años. “Sabía entonces lo que sé ahora con respecto a la organización de la iglesia”, proclamó en retrospectiva, pero “no se lo revelé a ningún ser vivo hasta que los pioneros en este valle regresaron de Winter Quarters. El hermano Wilford Woodruff fue el primer hombre a quien hablé del asunto”.

Para el 8 de agosto de 1844, el escenario estaba listo para una obra teatral de moralidad entre Young y Rigdon, una competición eclesiástica en la que el ganador podría reclamar la posición primaria de poder mormón.

Aunque estos eventos constituyen uno de los cambios más cruciales en el liderazgo mormón, hubo gran confusión rodeando los eventos del día. Gran parte de la confusión provino del hecho de que se llevaron a cabo dos reuniones públicas ese día. Muchos comentadores asumieron que la alegada “transfiguración de Brigham Young” ocurrió en la reunión de esa tarde, o han combinado ambas reuniones en una única narración.

Varias minutas de la reunión de la tarde, cada una con letra de une escriba diferente, dejan en claro que no hubo ninguna ocurrencia mística durante la reunión. Además, virtualmente todos los relatos en retrospectiva mencionan que Young fue “transfigurado” cuando comenzó a hablar después de Rigdon. Rigdon sólo se dirigió a la congregación durante la sesión de la mañana, y no habló en la tarde. Si bien existen minutas de la reunión de la mañana, en la letra del estenógrafo Thomas Bullock, nunca fueron transcriptas. Por orden del actual Cuórum SUD de los Doce Apóstoles, continúan siendo inaccesibles “para el escrutinio público”. Sin embargo, varios otros relatos de los eventos de la mañana sobrevivieron.

A las diez de la mañana ya había 10.000 santos congregados en la arboleda al este del templo como respuesta del anuncio de William Marks. Cuando Rigdon comenzó a hablar, un fuerte viento silenció su voz, por lo que se movió en la otra dirección del viento encima de una carreta. Desde ese lugar se dirigió a los santos hasta las 11:30 de la mañana. Mientras que algunos pintaron al discurso de Rigdon como muy poco inspirado, otros, incluyendo a Orson Hyde, un crítico de Rigdon por mucho tiempo, dijo que había presentado “sus argumentos con toda la elocuencia y poder que podría haber evocado”.

A pesar de las afirmaciones de que la convocación no era más que una reunión de oración, Rigdon trabajó duro para ganarse el apoyo de la multitud de fieles SUD. Hyde reportó que Rigdon casi “pidió el voto de la gente; ¡pero ved! Para su aflicción y su humillación, [Brigham Young] subió a la plataforma . . . y con una palabra detuvo todos los procesos del Sr. Rigdon”. Young, recordando el evento en 1860, dijo: “Cuando conocí a Sidney Ridgon en el campo de reuniones fui solo, y estaba listo para, solo, hacer correr a los perros del rebaño”.

Los recuerdos de Jacob Hamblin de la mañana del 8 de agosto indican que la voz estruendosa de Young y su sorprendentemente arriesgada exhibición causó que la audiencia se volteara en sus asientos y observara su imponente presencia en la plataforma. “Él no preside aquí. Este niño [refiriéndose a sí mismo] dirigirá a este rebaño por una temporada”. Entonces tácticamente despidió a la reunión, permitiendo que la retórica de Rigdon se disipara, y anunció una asamblea especial a las 2:00 de la tarde. El diario de Wilford Woodruff de la misma fecha dice: “Hubo una reunión para la Iglesia prevista en la arboleda para orar juntos. Pero como consecuencia de algunas emociones entre la gente y una disposición de algunos espíritus de tratar de dividir a la Iglesia, se consideró mejor atender los negocios de la Iglesia en la tarde de lo que era considerarlos el martes”.

La reunión de la tarde estaba organizada como una asamblea solemne con varios líderes apropiadamente ordenando sus cuórums. Después de la oración, Brigham Young se paró en frente de la gente. Era una ocasión trascendental. Por primera y única vez en la historia mormona, el liderazgo de la iglesia estaba por ser determinado por la voluntad de la gente. El Hermano Brigham, quien tenía un ojo muy agudo para entender la voluntad de las masas, se enfocó en la mayoría que se había acostumbrado a que les dijeran lo que hacer. Mientras que Rigdon había estado hablando retórica sobre el Armagedón durante la semana previa, Young percibió que los santos, “como niños sin un padre, y una oveja sin pastor”, más que nada querían confort. Solitarios y afligidos, más de un tercio de los mormones fieles eran inmigrantes ingleses de clase media y trabajadora, convertidos por Young y sus amigos apóstoles. Estos nuevos inmigrantes, condicionados desde sus primeros años, estaban acostumbrados a trabajar bajo la dirección de un maestro en sus tierras nativas. Young notó esta dependencia, y su incapacidad de proveer por sus propias sustancias emocionales y económicas. Estaban acostumbrados a seguir direcciones de José Smith y estaban apenas familiarizados con Rigdon, quien había estado enfermo por años; el que Brigham Young les dijera lo que hacer era un alivio.

Totalmente confiado, lleno de clichés y pronunciamientos, el discurso de Young de la tarde del 8 de agosto fue una afirmación maravillosa del derecho de los Doce de gobernar, así como su afirmación personal de ser el pastor del rebaño mormón. “Por primera vez desde que me hice miembro de la iglesia”, comenzó Young, “los Doce Apóstoles del Cordero, elegidos por revelación, en esta última dispensación del evangelio en la conclusión de la escena, se presentan ante los santos para cumplir con su parte según sus llamamientos”. Después de explicar “los asuntos tan satisfactoriamente que cada santo podía ver que el manto de Elías realmente había recaído sobre los Doce”, escribió un reportero el 2 de septiembre de 1844 en el Times and Seasons. Young, el eterno estratega, entonces preguntó, “Yo quiero ahora pedirles a cada uno de ustedes que me digan si quieren elegir a un guardián, a un profeta, a un evangelista o algo más como el líder para guiarlos. Todos los que están a favor háganlo manifiesto levantando la mano derecha”. Nadie lo hizo.

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